Comenius

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Thursday, 8 March 2012

COSTUMBRES



      Si echamos una mirada más allá de nuestras pantallas de ordenadores, nos daremos cuenta de que hay muchos mundos a nuestro alrededor. A veces, me doy cuenta de algunas cosas curiosas (en realidad, es mi profesor de Lengua el que me ha animado a “fijarme” y “pensar” en ellas). 
          Hay muchos más países en este “planetilla” y, cada región o zona, como es lógico, tiene sus propias tradiciones y costumbres. Dentro de éstas, podemos hablar de las normas de cortesía, que en la mayoría de las ocasiones obedecen a una razón concreta. Por ejemplo, cuando un hombre y una mujer suben una escalera, por cortesía, el hombre debe subir primero. ¿Por qué? Para que no caiga en la tentación de mirarle el culo a la dama. Cuando la situación es la contraria, el hombre, deberá bajar primero por otra razón: si la dama tropieza, él la sostendría. Creo que es una norma de cortesía que costumbre que ya no se utiliza. En general, este ámbito de la cortesía/educación se ha devaluado bastante, pues ya no somos tan educados como antes, ya no guardamos la compostura en la mesa y pocos jóvenes tienen el debido respeto por las personas mayores. ¿Cedemos el asiento en el autobús? ¿Ayudamos a los demás?
      Ahora, dirijámonos al norte, no, más al norte, a Alaska, por ejemplo. Nuestros adorables esquimales. Estas gentes tienen un saludo que todos conocemos, el frote de nariz. ¿A qué se debe su origen? Pues, a que en su lengua, “besar” significa “olor”. Si, así de simple, al igual que distinguen entre diferentes besos, distinguen también entre diferentes tipos de blancura o de nieve, dependiendo de la tonalidad, volumen, etc.
      ¿Y en Europa? Claro, pensabais que me iba a olvidar. Pues no. Nosotros estrechamos  o nos damos la mano, aunque también es verdad que hay más variantes a la hora de saludarse: dos besos, uno en la mejilla, etc., pero dejemos vayamos a lo esencial. El hecho de estrechar la mano tiene una razón oculta o, mejor sería afirmar, tiene una razón que la mayor parte de personas desconoce. Para poder comprenderla, hemos de remontarnos a la Edad Media, a los tiempos de los castillos. En esa época, cuando ibas por la calle te arriesgabas a que alguien te diera una estocada, así, sin ton ni son. Para arreglar estos imprevistos, cuando dos personas se encontraban, cada una tendía su mano derecha a la otra, para demostrarle que no tenía ningún arma. ¿Y por qué la mano derecha y no la izquierda? Bueno, eso es algo lógico, la mayoría de los humanos somos diestros y esa es la mano con la que se manejan las armas.
    ¿Nunca os habéis preguntado por qué se chocan los vasos para brindar? Pues, en ese tiempo, la Edad Media, cuando te ofrecían un vaso, el líquido que contenía podía tener veneno, así que, antes de beber, todos los comensales debían brindar y, de esta forma, se dejaba que un poco del líquido de cada vaso se derramase en el otro. De esta forma todos los comensales demostraban que no tenían malas intenciones.
Marta González Errea

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