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Saturday 10 March 2012

(Más en) Cuestión de formas y "urbanidad"


La Urbanidad es palabra de raigambre latina -Urbs-, romana por antonomasia. Significa, en un primer momento, la pureza del lenguaje de la ciudad. Luego su amplitud alcanza un contorno situado más allá del modo de hablar. Tal linde pasa por las personas, se inmiscuye -diríase- en su espíritu, delinea y modela una manera de ser. Atraviesa incluso la calidad del lenguaje y del ingenio, se asienta a modo de virtud, exige una especie de bondad y así embellece el comercio de la vida. La ironía -amable- le sienta, recogida en acertada definición: la sal de la urbanidad.

La Urbanidad determina las costumbres ("les moeurs") en un sentido delicado: nadie ha de ser injuriado ni ha de predicarse en nombre de ellas. Asimismo excluye fanatismo, rigidez, cierto tipo de tristeza. Un fondo de alegría la sustenta. Las condiciones de Quintiliano, interpretadas por Gédoyn -no subrayar nada en demasía ni colmar ninguna medida; facilidad, discreción, finura concertadas y concentradas en la sonrisa- indican las razones por las cuales a fines del siglo XVII la Urbanidad es un feudo femenino. De las obras compuestas por aquellas que escribían se desprenden aspectos- soltura para tratar cualquier tema, risa disimulada en cada frase, familiaridad y condescendencia inclusive en la malicia- de análogas características. Se trata en primera y última instancia del encanto ("le charme").

La Urbanidad designa entonces un modo de ser y estar construido y pulido a lo largo de los siglos. La Urbanidad es forma elaborada y labrada por el espíritu. No es natural ni existe de una vez para siempre. Florece en épocas distintas y distantes. Se perfila y establece en la distancia que media entre la naturaleza -dominio de lo sensible- y el artificio en el cual las sensaciones adquieren nuevo relieve: se transforman en expresiones.

Ref. Godofredo Iommi at protocolo.org

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